Un autónomo societario es un tipo de trabajador autónomo que ha constituido una sociedad mercantil y trabaja en la empresa, desempeñando funciones claves para su desarrollo y gestión. Sin embargo, esta figura reúne muchos más aspectos y cualidades. Si deseas conocer más detalles, continúa leyendo este artículo.

¿Qué condiciones debe reunir un autónomo societario?

Para ser considerado un autónomo societario, la persona debe haber constituido una sociedad mercantil y desempeñarse activamente en ella, ya sea en tareas de administración o en roles claves que aporten al funcionamiento y resultados de la sociedad. Esta condición implica también la necesidad de darse de alta como autónomo en la Dirección General de Tributos y cotizar en el régimen especial de trabajadores autónomos.

Además, es requisito que esta figura cumpla con una base mínima de cotización establecida por la Seguridad Social, que es revisada anualmente. La misma asegura que su cotización sea acorde a los beneficios y responsabilidades que implica dirigir y operar dentro de una estructura societaria, y es generalmente más alta que la de un autónomo persona física, reflejando el mayor nivel de ingresos y estabilidad que puede proporcionar una empresa.

Tipos de autónomos societarios

Existen varios perfiles de autónomos societarios dependiendo de su rol y participación dentro de la empresa. El más común es el socio administrador, aunque también existen otros tipos, que encontrarás a continuación:

Socios administradores

Los socios administradores son aquellos autónomos que tienen a su cargo la dirección y gestión legal de la sociedad. Como administradores, son responsables de la toma de decisiones estratégicas y la representación de la empresa ante terceros. Este rol requiere una implicación directa en el funcionamiento diario de la empresa y es fundamental para el éxito y cumplimiento legal de la misma.

Si el socio tiene más de un 25% de las participaciones sociales, debe estar dado de alta como autónomo societario y cumplir con todas las obligaciones fiscales y de seguridad social correspondientes a su posición.

Socios que no desempeñan funciones administrativas

Existen también socios que, aunque tienen participación en el capital y pueden beneficiarse de los resultados económicos de la empresa, no desempeñan funciones administrativas o ejecutivas. Estos socios pueden estar activos en la empresa en roles específicos o técnicos sin involucrarse en la gestión diaria.

En el caso que el socio posea más del 33% del capital, deberá darse de alta como autónomo y emitir una factura mensual a la propia empresa, quien le pagará un salario cada mes por sus servicios.

Socios en relación con otros que tienen más del 50% de las participaciones sociales

En algunos casos, los autónomos societarios pueden ser socios que, en conjunto con otros, controlan más del 50% de las participaciones sociales de la empresa. Esta situación implica un control efectivo sobre la dirección y las decisiones estratégicas de la sociedad.

Los socios con este nivel de control deben cotizar como autónomos societarios y enfrentan obligaciones adicionales en términos de transparencia y gestión fiscal. Su papel es fundamental en la determinación de la dirección a largo plazo de la empresa y en la definición de políticas que afectan a todos los aspectos de la operación y administración de la sociedad.

Bases de cotización de los autónomos societarios

La base de cotización para un autónomo societario se establece según la estructura de ingresos y el tipo de responsabilidades que asume dentro de la sociedad. Generalmente, esta base es superior a la de un autónomo común debido a los mayores ingresos y al nivel de protección que la sociedad puede ofrecer. Esta base asegura que el autónomo contribuya de manera equitativa a la Seguridad Social, acorde a sus beneficios económicos.

Asimismo, esta base mínima de cotización se revisa anualmente y es crucial para determinar la cuota mensual que el autónomo debe pagar. Esta cuota incluye contribuciones para pensiones, seguro de salud y otras coberturas que benefician directamente al autónomo y su familia, reflejando así el compromiso de la sociedad hacia su bienestar y estabilidad financiera.

¿Cómo darse de alta?

Darse de alta como autónomo societario requiere varios pasos administrativos que comienzan con la constitución de la sociedad mercantil. Este proceso implica registrar la empresa en el Registro Mercantil, definir la denominación social y el capital social, y cumplir con todas las normativas fiscales y laborales pertinentes. Una vez establecida la empresa, el siguiente paso es darse de alta en el RETA como trabajador autónomo, proceso que se realiza en la Tesorería General de la Seguridad Social.

También, el alta supone registrarse ante la Dirección General de Tributos para cumplir con las obligaciones fiscales como el pago del IVA y otros impuestos aplicables. Este proceso asegura que el autónomo societario opere dentro del marco legal y fiscal adecuado, facilitando la gestión de sus responsabilidades y derechos como parte integral de la empresa.

Diferencia entre autónomo y autónomo societario

La principal diferencia entre un autónomo común y un autónomo societario radica en la estructura legal y fiscal bajo la cual operan. Mientras que el común actúa como persona física con responsabilidad ilimitada sobre su patrimonio personal, el societario opera como parte de una sociedad mercantil, limitando su responsabilidad al capital aportado a la empresa. Esto ofrece una capa adicional de protección y refleja una organización más estructurada y formalizada.

Además, la cotización y las obligaciones fiscales difieren significativamente. El societario tiene una base de cotización y cuotas de Seguridad Social generalmente más altas, reflejando su mayor capacidad de ingresos y la estabilidad que ofrece la estructura corporativa. Esto le permite acceder a un espectro más amplio de beneficios y protecciones sociales en comparación con el autónomo común, marcando una distinción clara en términos de seguridad financiera y cobertura legal.